Según miembros del Centro Superior de Investigación Política, de tener que repetirse unas nuevas elecciones tras el 26 J, el gobierno estaría en condiciones de anunciar que el AVE a León será capaz de alcanzar los 500 km/h., poniendo el tiempo de viaje a Madrid en apenas 60 minutos.

La medida iría más allá del compromiso anunciado el pasado lunes por Fomento, el cual pronosticaba que la alta velocidad llegaría en el segundo semestre de 2016 con trenes circulando a 350 km/h gracias a la instalación del sistema de seguridad ERTMS, frente a los 300 km/h anunciados antes de las elecciones del 20 D y a los actuales 200 km/h con los que se estrenaba la línea y que impiden superar el actual sistema ASFA.

Aurelio Fierro es responsable del departamento de infraestructuras ferroviarias del Instituto Nacional de Promesas Electorales. «Hay que tener en cuenta que el 26 J vuelve a haber elecciones y esto funciona siempre así, que parece que la gente no se entera. Primero 200, luego 300, después 350… Y al final pues no se hará por recortes o cualquier otra cosa, vete a saber, pero lo importante es lanzar la promesa».

Desde su departamento ya se trabaja en cómo diseñar una campaña de marketing electoral que pueda transmitir de manera creíble que el AVE a León alcanzará los 500 km/h. «Si tienen que convocar nuevas elecciones porque les fuera imposible formar gobierno tras la próxima cita con las urnas, esta sería la medida estrella», asegura.

El área de ingeniería del Gestor de Infraestructuras Ferroviarias se ha querido anticipar a esta situación y se encuentra desarrollando el sistema de frenado por si se llegasen a alcanzar esas velocidades. «Nuestra mayor preocupación está ahora en cómo detener los trenes, no sea que se pasen de largo y terminen en La Robla» afirma Soraya Zapata, coordinadora técnica del GIF y convencida de que «como sigamos en este impasse de elecciones cada 6 meses, el tren acabará superando la velocidad del sonido, ya verás».

En la ciudad de León la noticia ha sido acogida con esperanza aunque con cautela, pues una de las consecuencias directas de la medida sería la adaptación de los viajeros a los nuevos horarios. Es el caso de Pedro Casas, representante de ventas de una conocida inmobiliaria y que viaja en AVE dos veces por semana para desplazarse a la capital. «La velocidad que lleva ahora mismo a mi me viene genial, porque llego a casa después de un día de trabajo y reuniones a una hora prudente, justo para pedir una pizza y a descansar. Pero como llegue tres cuartos de hora antes, mi pareja me va a poner a hacer la cena y ya va a estar liada porque soy un desastre en la cocina», asegura.

Por su parte, la empresa concesionaria de las cafeterías y restauración a bordo del AVE ha anunciado su oposición a la medida, pues tal y como aseguran, en 60 minutos apenas les dará tiempo a que se caliente la máquina de cafés y mucho menos a pasar el carrito de comidas y bebidas por todos los vagones. Un desastre para la concesión, según sus estimaciones.